EVIDIENCIA CIENTÍFICA SOBRE EL MODELO DENVER

Actualmente, el modelo Denver es uno de los enfoques clínicos para la intervención en los Trastornos del Espectro Autista (TEA) que más fuerza está alcanzando. Existen cada vez más psicólogos, neuropsicólogos, médicos pediatras, profesionales de la educación, etc., que se interesan por dicho modelo.

Todo este auge está justificado por el desarrollo de numerosas investigaciones que respaldan su eficacia. En líneas generales, el Modelo Denver determina objetivos cronológicos a los niños/as con diagnóstico de TEA, basándose en un diagnóstico precoz y en una intervención temprana para conseguir mayores resultados gracias a la plasticidad del cerebro infantil (Martos y Llorente, 2013).

El Modelo Denver va dirigido a dos grupos de poblaciones:
– Niños/as de 2 a 5 años de edad.
– Niños/as con 18 a 24 meses de edad (en este caso, el modelo se denomina Modelo Denver de Comienzo Temprano- ESDM por sus siglas en inglés, Early Start Denver Model).

Pero, ¿qué dicen exactamente estos estudios? ¿Cuál es la eficacia real de este modelo? ¿Por qué es mejor que otro tipo de intervenciones? ¿Cómo de duradero es el efecto? A continuación, se intenta responder a estas preguntas, aportando diferentes resultados de estudios recientes.

¿Es mejor la intervención basada en el Modelo Denver (o ESDM) que otras intervenciones?

Un estudio realizado por Hong-Hua y colaboradores en 2018, analizó la eficacia de la intervención del modelo Denver con respecto a otra intervención tradicional (n=20 para dos grupos de niños y niñas con diagnóstico de TEA, que fueron asignados a los dos grupos de forma aleatoria).

Ambas intervenciones mejoraron las puntuaciones en las escalas “Aberrant Behavior Checklist” (ABC) y “Childhood Autism Rating Scale” (CARS) de forma significativa. Es decir, tanto la intervención convencional como la intervención utilizando el ESDM mejoraban el aislamiento social y la hiperactividad (entre otros aspectos) en niños con TEA de 2 a 5 años. Sin embargo, la intervención ESDM se reveló más efectiva para mejorar los problemas de comportamiento y conducta de los niños con diagnóstico de TEA.

¿Es duradero el efecto positivo de la intervención a largo plazo?

Un estudio (Estes y colaboradores, 2015) realizó un seguimiento de 39 niños con TEA que comenzaron a participar en un ensayo clínico aleatorizado que probaba la efectividad del ESDM a la edad de 18 a 30 meses (con respecto a otro tipo de intervención).

La intervención, realizada a un alto nivel de intensidad en el hogar durante 2 años, mostró evidencia de eficacia inmediatamente después del tratamiento.

Posteriormente, ambos grupos de niños/as fueron evaluados a la edad de 6 años (2 años después de terminar la intervención -la evaluación fue realizada por médicos que no conocían el estado anterior del grupo de intervención). Los resultados mostraron que el grupo ESDM mantenía los avances logrados: la capacidad intelectual general, el comportamiento adaptativo, el comportamiento desafiante y la gravedad de los síntomas en general.

Además, y a pesar de que no se encontraron diferencias entre los dos grupos (grupo con intervención ESDM y grupo con otro tipo de intervención) en los síntomas centrales del autismo inmediatamente después del tratamiento, dos años después el grupo ESDM sí mostro una mejoría en dichos aspectos.

Además de las mejoras en sintomatología y conducta, ¿qué otros efectos se aprecian?

Un ensayo clínico aleatorizado (Dawson y colaboradores, 2012) indicó que una intervención mediante el ESDM mejoraba el coeficiente intelectual, el lenguaje y el comportamiento adaptativo de los niños con trastorno del espectro autista.

Posteriormente, el estudio continuó con 48 niños (con edades comprendidas entre 18 y 30 meses) con diagnóstico de TEA fueron asignadas al azar para recibir ESDM o intervención comunitaria durante 2 años. Después de la intervención, es decir cuando los niños/as tenían entre 48 a 77 meses de edad, se midió la actividad del EEG en la realización de diferentes tareas (por ejemplo, una tarea de visualización de caras).

Además, se evaluaron niños/as normotípicos de la misma edad realizando las mismas tareas. Los resultados mostraron que el grupo ESDM presentaban mejoras significativas en síntomas centrales del autismo, en el coeficiente coeficiente intelectual, el lenguaje y en los comportamientos sociales y adaptativos, en comparación con el grupo de intervención comunitaria.

Además, el grupo de ESDM y el grupo control (niños/as normotípicos) mostraron una latencia de Nc más corta y un aumento de la activación cortical (disminución de la potencia α y aumento de la potencia θ) (en una tarea en la que se visualizaban diferentes caras), mientras que el grupo de intervención comunitaria mostró el patrón opuesto.

Una mayor activación cortical al ver caras se asoció con una mejor conducta social. En conclusión, este estudio demostró que la intervención ESDM en niños/as con TEA, se asocia con patrones normalizados de actividad cerebral, lo que a su vez se asocia con mejoras en el comportamiento social.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS


Dawson, G., Jones, E.,Merkle, K., Venema, K., Lowy, R., Faja, S., Kamara, D., Murias, M., Greenson, J., Winter, J., Smith, M., Rogers, S., Webb, S. (2012). Early behavioral intervention is associated with normalized brain activity in young children with autism. Journal of the American Academy of child and adolescent psychiatry, 51(11):1150-9.
Estes, A., Munson , J., Rogers ,S., Greenson , J., Winter , J., y Dawson, G. (2015). Long-Term Outcomes of Early Intervention in 6-Year-Old Children With Autism Spectrum Disorder. Journal of the American Academy of child and adolescent psychiatry, 54(7):580-7.
Hong-Hua, L. , Chun-LiL., Di G., Xiu-Yu, P., Lin, D., Fei-Yong, J. (2018). Preliminary application of Early Start Denver Model in children with autism spectrum disorder. Journal of the American Academy of child and adolescent psychiatry ,20(10):793-798.
Martos, J., y Llorente-Comí, M (2013). Tratamiento de los trastornos del espectro autista: unión entre la comprensión y la práctica basada en la evidencia. Revista de Neurología, 57, 185-91.

Alba Martinez

Neuropsicóloga Infantil y Maestra de Pedagogía Terapéutica

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