“Se necesita hacer mucho más énfasis en lo que el niño puede hacer, en lugar de en lo que no puede hacer”
Temple Grandin
Se engloban bajo el término de Trastorno del Espectro Autista (TEA) aquellos trastornos del neurodesarrollo cuyos síntomas incluyen alteraciones en el desarrollo de la comunicación y de la interacción social, junto con la presencia de patrones de comportamiento, intereses y actividades restringidos, además de otras manifestaciones clínicas que pueden variar enormemente de un individuo a otro (Martos y Burgos, en Arnedo y colaboradores, 2015). Entre dichas manifestaciones, la discapacidad intelectual puede estar presente en una gran cantidad de personas con TEA (Baird, Simonoff y Pickles, 2006).
La Confederación de Autismo de España señala diversos estudios epidemiológicos que demuestran que se ha producido un incremento del reconocimiento y diagnóstico de las personas con TEA, afectando alrededor del 1% de la población, aunque todavía existe un infradiagnóstico en adultos. Este aumento ha promovido la aparición de numerosos enfoques explicativos, diagnósticos y de intervención novedosos.
En cualquier caso, es importante destacar que la investigación debe ser el motor principal de los cambios o innovaciones propuestas en las teorías explicativas o intervenciones planteadas. En esta línea, se están desarrollando diversas investigaciones que muestran respaldo para el Modelo Denver (Dawson, Rogers, Munson, Smith, Winter, Greenson, Donaldson, y Varley, 2010).
El Modelo Denver presenta objetivos cronológicos basándose en un diagnóstico precoz y en una intervención temprana para conseguir mayores resultados gracias a la plasticidad del cerebro infantil (Martos y Llorente, 2013). El Modelo Denver va dirigido a dos grupos de poblaciones: niños/as de 2 a 5 años de edad y niños/as con 18 a 24 meses de edad (en este caso, el modelo se denomina Modelo Denver de Comienzo Temprano). Clicka en este enlace para saber más sobre el Método Denver en la Atención Temprana.
El Modelo Denver de Comienzo Temprano (ESDM por sus siglas en inglés: Early Start Denver Model) surgió ante la necesidad de intervenir antes de los 2 años, debido a la importancia que actualmente se está dando a la intervención temprana en autismo para obtener un mejor pronóstico. Así, el modelo original pasó a ser un modelo de intervención temprana, global e intensiva dirigida a niños muy pequeños. EL ESDM ha mostrado su eficacia a través de una intervención conductual de desarrollo integral para niños/as pequeños con TEA, mejorando el comportamiento cognitivo y adaptativo y reduciendo la gravedad del diagnóstico/pronóstico de TEA (Dawson y colaboradores, 2010).
EL ESDM se basa en el juego como premisa para el aprendizaje social, emocional, comunicativo y cognitivo en la infancia temprana. Los objetivos del ESDM son incrementar el nivel cognitivo, la comunicación y el desarrollo socio-emocional a través de la relación con adultos y compañeros. Uno de los puntos fuertes del modelo es que cuenta con un programa de entrenamiento para padres, de manera que puedan aprender a ejercitar las habilidades de sus hijos siguiendo las premisas del modelo. Del mismo modo, el ESDM enfatiza la coordinación y sincronización de las interacciones entre el niño/a y sus familiares, formando una forma emocional de relación y una forma especial de compartir, que sirve como precursor para la comprensión de las relaciones humanas. El ESDM se planifica de forma intensiva durante 2 años, 25 horas a la semana y 10 horas a la semana con la familia (Rogers y Dawson, 2010).
La Federación Autismo Andalucía establece las ventajas de este modelo (Guía “La intervención en Atención Temprana en Trastornos del Espectro Autista):
– El ESDM ha sistematizado modelos de intervención evolutivos y neuropsicológicos.
– El ESDM introduce elementos positivos de las intervenciones conductuales (ABA) tales como promover conductas a base de refuerzos positivos y extinguir las no deseadas eliminando las consecuencias positivas.
– Centra la intervención en áreas socio-comunicativas y habilidades pivotales.
– Establece un modelo comprensivo para la intervención temprana que implica a la familia, parte fundamental en todo el proceso de intervención.
– Establece una medición sistemática de objetivos en base a indicadores.
– Plantea árboles para la toma de decisiones en aspectos claves de la intervención.
A efectos prácticos, el programa de estimulación (ESDM) que se va a desarrollar con un niño en concreto debe partir del nivel de desarrollo del niño/a. En primer lugar, el niño/a será evaluado a partir de diferentes pruebas estandarizadas y baremadas, como las utilizadas por los propios autores del modelo (por ejemplo, el ADOS- Escala de Observación para el Diagnóstico del Autismo – 2) (Dawson y colaboradores, 2010). De esta forma, en segundo lugar, se pueden fijar los objetivos de intervención. Las sesiones de intervención están basadas en el juego con el niño, durante las cuales el terapeuta y los padres realizan conélactividades lúdicas durante sesiones de 1 hora de duración. Las actividades deben ser cortas (2-5 minutos cada una, con la práctica se puede llegar hasta 10 minutos) y diversas. Se debe mantener activa la atención del niño para favorecer así el proceso de aprendizaje (Rogers y Dawson, 2010).
En conclusión, el ESDM se utiliza en la actualidad como método de intervención con niños/as con TEA. Una de sus características es favorecer una enseñanza intensiva que consiga completar las carencias en el aprendizaje resultantes de la falta de acceso al mundo social que viven los niños con TEA. Para ello, la tríada padres-niños-terapeutas se involucran en el uso de diferentes estrategias y aprovechan el movimiento y el juego del niño para poder desarrollar diferentes aprendizajes en diferentes ámbitos tales como imitación, comunicación no verbal (incluye atención conjunta), comunicación verbal, desarrollo social y juego.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Baird, G., Simonoff, E., y Pickles, A. Prevalence of disorders of the autism spectrum in a population cohort of children in South Thames: the Special Needs and Autism Project (SNAP) (2006). Lancet, 368(9531):210–215.
Dawson, G., Rogers, S., Munson, J., Smith, M., Winter, J., Greenson, J., Donaldson, A., y Varley, J. (2010). Randomized, controlled trial of an intervention for toddlers with autism: the Early Start Denver Model. Pediatrics, 125(1).
Martos, J., y Burgos, M. (2015). Trastornos del espectro autista. Una visión actual. En Arnedo, M., Montes, A., Bembibre, J., y Triviño, M. (2015), Neuropsicología infantil. A través de casos clínicos. Madrid: Editorial Panamericana.
Martos, J., y Llorente-Comí, M (2013). Tratamiento de los trastornos del espectro autista: unión entre la comprensión y la práctica basada en la evidencia. Revista de Neurología, 57, 185-91.
Los trastornos del espectro autista y su tratamiento. Documento de Posición del Consejo de Colegios de Médicos de Cataluña. Enero de 2019 (www.confederacionautismoespaña.es)
Rogers, S. J., & Dawson, G. (2010). Early Start Denver Model for young children with autism: Promoting language, learning, and engagement. New York, NY, US: Guilford Press.