El lenguaje oral es el código por excelencia de la comunicación humana: nos permite transmitir ideas, pensamientos y emociones y cumple funciones reguladoras de la conducta. Uno de los trastornos del neurodesarrollo en el que el lenguaje no se desarrolla de forma adecuada es el Trastorno Específico del Lenguaje (TEL).
El trastorno específico del lenguaje (TEL) se define como una alteración importante en la adquisición y ejecución del lenguaje, en el contexto de un adecuado desarrollo sensorial y cerebral y en ausencia tanto de déficits intelectuales como de oportunidades lingüísticas (Acosta, Ramírez y Hernández, 2017). El TEL se ha postulado como un trastorno heterogéneo, en el que es posible observar varios tipos (TEL fonológico-sintáctico, TEL semántico-pragmático).
El TEL fonológico-sintáctico es el subtipo más frecuente, donde se ven afectadas las funciones formales del lenguaje. Se caracteriza por dificultades fonológicas y morfosintácticas, con alteración tanto de la esfera expresiva como receptiva. Los niños/as con este trastorno suelen presentar un lenguaje espontáneo con errores de pronunciación y agramatismos, siendo los problemas de comprensión menores que los de producción (Montes, López y Fernández, 2015).
Las teorías explicativas del TEL son una de las corrientes más importantes en la investigación actual de este trastorno. Las hipótesis más aceptadas son:
- Déficit en procesamiento perceptivo. Una de las habilidades necesarias para la adquisición del lenguaje es la capacidad de procesar y clasificar los estímulos auditivos (fonemas) que acontecen en decenas de milisegundos. Diversos estudios han demostrado que los niños/as con TEL presentan dificultades en el procesamiento de las señales auditivas que tienen segmentos cortos y se suceden rápidamente. El lenguaje cumple estas dos condiciones: los fonemas que componen las palabras son cortos y cambian a gran velocidad (Tallal, 1999).
- Déficit en memoria de trabajo. La hipótesis describe que los niños/as con TEL presentarían problemas en el almacén fonológico de la memoria de trabajo, lo cual está relacionado con la retención de la forma fonológica de las palabras, y con problemas en la comprensión verbal o en la adquisición de nuevo vocabulario, principalmente para términos con poca relevancia perceptiva (preposiciones, conjunciones, etc.). Diversos estudios han probado esta teoría mediante el uso de la repetición de pseudopalabras, que al carecer de significado, elimina por completo los requisitos de comprensión y son consideradas una medida pura de memoria de trabajo fonológica (Girabu y Schwartz, 2007).
Estas hipótesis nos hacen dudar sobre si realmente el TEL es un trastorno “específico” del lenguaje. Por ello, cabe replantearse las clasificaciones etiológicas, y reflexionar sobre si las clasificaciones etiológicas deberían seguir reconociendo al lenguaje como una entidad disociable de otros procesos cognitivos. En esta línea, diversos estudios han arrojado diversos resultados que demuestran que además del lenguaje, parece que en el TEL existen otros procesos o habilidades cognitivas afectadas.
Por ejemplo, los niños con TEL también presentan un déficit en habilidades sociales y liderazgo (Pozo, Buil-Legaz, Rigo, Casero y Mediavilla, 2016).
Además, las funciones ejecutivas son uno de los procesos que parecen estar más implicados. Así, se ha demostrado que los niños con TEL tienen disfunciones ejecutivas que no se reducen a las tareas verbales sino que se extienden a las medidas no verbales. Todo ello podría reflejar una dificultad cognitiva general. Este patrón de resultados es compatible con alteraciones en el funcionamiento de la corteza prefrontal y las conexiones corticocorticales y corticosubcorticales que esta estructura mantiene para dar cuenta del funcionamiento ejecutivo.
En cualquier caso, futuras investigaciones en esta línea de trabajo deberán discernir cuál es la relación exacta entre los distintos componentes que conforman el constructo memoria de trabajo y las dificultades lingüísticas específicas que presentan los niños y niñas con TEL (Acosta, Ramírez y Hernández, 2017).
Todos estos datos sugieren la necesidad de implementar programas de intervención que contemplen no solo el entrenamiento intensivo en habilidades psicolingüísticas, sino también la intervención en funciones neuropsicológicas (aspectos sociales incluidos) y, de forma particular, en el rendimiento ejecutivo.
BIBLIOGRAFÍA
- Acosta, V., Ramírez, G., y Hernández, S. (2017). Funciones ejecutivas y lenguaje en subtipos de niños con trastorno específico del lenguaje. Neurología, 32(6), 355-362.
- Girabu, D., y Schwartz, R. (2007). Non-word repetition in Spanish-speaking children with Specific Languaje Impairment (SLI). Int J Lang COmmun Disord, 42, 59-75.
- Montes, A., López, R., y Fernández, N. (2015). Trastorno fonológico-sintáctico del lenguaje El “cincipito”. En Arnedo, M., Montes, A., Bembibre, J., y Triviño, M. (2015), Neuropsicología infantil. A través de casos clínicos. Madrid: Editorial Panamericana.
- Tallal, P. (1999). Children with lenguaje impairment can be accurately identified using temporal processing measures. En Arnedo, M., Montes, A., Bembibre, J., y Triviño, M. (2015), Neuropsicología infantil. A través de casos clínicos. Madrid: Editorial Panamericana.
- Valera-Pozo, M., Buil-Legaz, L., Rigo, E., Casero, A., y Mediavilla, E. (2016). Habilidades sociales en preadolescentes con trastorno específico del lenguaje. Revista de Logopedia, Foniatría y Audiología, 36(2), 55-63.