Son muchas y variadas las formas de intervención existentes en la actualidad para la mejora de las funciones ejecutivas. En este articulo nos centraremos en las dirigidas a la población infantil y juvenil. Diamond y Kathleen Lee identificaron seis intervenciones respaldadas por algún tipo de evidencias. De estas intervenciones hablaremos en el presente artículo, junto con otras que, no contando aun con evidencia científica, resultan prometedoras.
1. Entrenamiento a través de programas informáticos: existen varios programas creados a fin de mejorar las funciones ejecutivas, tales como:
– CPAT (Computerized Progressive Attentional Training).
– Unobrain.
– AttenGo.
– Captain’s Log.
Sin embargo, el software en el que se han centrado la mayoría de las investigaciones, y por tanto, mas relevante en la actualidad es Cogmed (anteriormente llamado Robomemo). En todas las investigaciones se encontraron mejoras en su mayoría muy específicas, concretamente en la habilidad entrenada, la memoria de trabajo, pero no está claro que esta mejora pueda transferirse a las tareas académicas (Roberts et al., 2016). En cuanto a la permanencia de la mejoría, dos estudios muestran que las mejoras permanecen seis meses después de concluir la intervención. Es de destacar que en uno de ellos, aparece una mejora en matemáticas que no se había apreciado al finalizar la intervención.
Con el videojuego NeuroRacer, cuyo objetivo es entrenar la ejecución de dos tareas a la vez, una de discriminación perceptiva y otra de coordinación visomotora, se mejoró en adolescentes y en personas mayores la atención sostenida y la memoria de trabajo, dos capacidades no entrenadas (Anguera et al., 2013).
Sin embargo, el entrenamiento de las habilidades de inhibición mediante videojuegos no ha mostrado ser eficaz. Sarah Orban, Mark Rapport, Lauren Friedman y Michael Kofler, en una revisión (2014) advierten de que se están promocionando muchos programas de entrenamiento cognitivo o de la función ejecutiva aludiendo a mejoras en la memoria operativa o de trabajo cuando, en realidad, lo que trabajan es la memoria a corto plazo.
2. Intervención mixta con juegos y juegos informáticos: cuando se interviene a través de esta combinación se observan mejoras específicas, de tal modo que:
– Los sujetos entrenados en razonamiento mejoraron en medidas de razonamiento
– Los participantes entrenados en velocidad mejoraron en medidas de velocidad.
3. Ejercicio aeróbico y deportes: no todo ejercicio se ha estudiado. En concreto, las investigaciones hasta el momento han valorado son los efectos de ejercicios como correr, saltar a la cuerda, entrenamiento muscular y deportes modificados (fútbol y baloncesto no competitivos). Las mejoras encontradas han sido diferentes en distintos estudios, encontrándose mejoras en flexibilidad cognitiva, creatividad, matemáticas, memoria de trabajo o funciones ejecutivas en general. Lo que sí parece estar claro es que las actividades de coordinación parecen producir mejor efecto que las de resistencia, y los efectos tienden a notarse solo bajo las tareas de evaluación más difíciles o complejas.
4. Artes marciales ( taekwondo tradicional ): el taekwondo tradicional ha mostrado su superioridad comparado con el entrenamiento en artes marciales modernas en un estudio. Este efecto se ha atribuido a que el taekwondo tradicional, a diferencia de otras artes marciales, incluye aspectos de reflexión, autocontrol, perseverancia, y valores como el honor y humildad.
Por otra parte, en otro estudio (Lakes y Hoyt, 2004) se comparó el efecto de un programa de taekwondo respecto a los de un programa de educación física tradicional con niños con edades entre los 5 y los 11 años. Después de tres meses, los resultados indicaron que los alumnos del grupo de artes marciales habían mejorado más que los del otro grupo en todas las medidas de las funciones ejecutivas, tanto cognitivas como afectivas, y en la autorregulación emocional
5. Mindfulness: se ha estudiado la modalidad de awareness practices, con tres partes: meditación, promoción de la conciencia de las sensaciones, los otros y el entorno y la regulación de la atención, y revisión corporal, encontrándose efectos positivos. Un estudio posterior replicó el estudio sobre mindfulness, pero introduciendo esta vez yoga y encontró también mejoras en una medida de funciones ejecutivas.
6. Programas de educación emocional: están dirigidos a desarrollar una serie de competencias sociales y emocionales, como el autocontrol, que están muy implicadas en las funciones ejecutivas. Por poner un ejemplo, el programa PATHS (Promoting Alternative Thinking Strategies se basa en la Técnica de la Tortuga, muy apropiada para niños de la etapa de educación infantil y primer ciclo de educación primaria. Se trata de que los alumnos aprendan en situaciones de enfado o nerviosismo, a calmarse encogiéndose como una tortuga y realizando respiraciones profundas.
7. Currículos escolares, en concreto Tools of the Mind, un programa preescolar basado sobre la base de las ideas de Vygotsky acerca del desarrollo cognitivo y las destrezas de lectoescritura en los niños más jóvenes. El proyecto se ha ido modificando teniendo en cuenta la adquisición de habilidades en los niños para aprender a aprender, con autonomía, mediante una filosofía que trata de inculcarles el pensamiento simbólico y el de la lectoescritura. Parece ser que incluye un concepto de normalización muy relacionado con las funciones ejecutivas.
Bibliografía:
– Anguera et al. (2013): “Video game training enhances cognitive control in older adults”. Nature 501(7465), 97-101.
– Diamond A. (2013): “Executive functions”. The Annual Review of Psychology 64, 135-168.
– Marina, José Antonio y Pellicer, Carmen (2015). La inteligencia que aprende. Madrid: Santillana.
– Web: toolsofthemind.org
Milagrosa Carillo Fuertes