Continuamos en este articulo desarrollando la importancia de la Atención Temprana (AT) en el TEA, centrándonos en esta ocasión en los errores de concepción mas frecuentes en torno a este tipo de intervención.
El GAT (2005) sostiene que una de las finalidades principales de la AT es brindar un conjunto de acciones optimizadoras y compensadoras que faciliten la adecuada maduración del niño y permitan que alcance el máximo nivel de desarrollo personal e integración social. Esta influencia esta hoy día demostrada gracias a los avances en neurociencias y las investigaciones en plasticidad neuronal.
Sin embargo, la complejidad de la AT en este trastorno de TEA va de la mano de su complejidad e interdisciplinariedad. Un gran error es monopolizar la intervención en un ámbito concreto, secuenciando las intervenciones en espera de lograr algún cambio. Muy al contrario, deben implementarse con frecuencia, el mayor tiempo posible y en el mayor número de contextos. Es cierto que existen programas más focalizados en dimensiones específicas del desarrollo, o tratamientos comprensivos que abarcan más de un área (ECRI Institute, 2009a; Rogers y Vismara, 2008). Típicamente intentan cubrir tanto el desarrollo de las competencias básicas del desarrollo. Sin embargo, son intervenciones pensadas para un desarrollo relativamente dilatado en el tiempo, a lo largo de uno o dos años. En niños de cortad edad es preferible un tratamiento mas global y personalizado.
Como decíamos en el articulo anterior, el tratamiento debe ser clínico y psicoeducativo, personalizado, intensivo, desarrollado en todos los ámbitos del paciente (familiar, escolar…) y participando de forma coordinada todos los agentes implicados (padres y otros familiares, educadores del sistema escolar, psicólogos, neuropediatras, etc.).
Otro gran error consiste en imaginar que un método puede ser eficaz para dos niños de la misma manera. Nada mas lejos de la realidad. Lo que en un niño funciona, en otro es contraproducente incluso, y lo que en un momento funcionó, puede no funcionar al día siguiente. La AT debe ser ecléctica y personalizada, utilizando componentes y técnicas “a medida” y adaptadas a cada individuo, y ajustados sobre la marcha.
Otro error frecuente consiste en retrasar la AT porque el niño no presente atisbos de conductas sociales o comunicativas. Ante esta situación, es claro que conviene abordar la intervención lo antes posible. Su objeto será, en ese caso, la intervención sobre los procesos precursores del adecuado desarrollo del lenguaje, de la cognición y de las relaciones socioemocionales.
Existe otro malentendido de gran relevancia, pues el hecho de los tratamientos deban ser flexibles y personalizados puede dar lugar a pensar que cada uno puede actuar como crea conveniente. La coherencia interprofesional es un aspecto central en la eficacia de cualquier intervención, y esto es algo que debe ir por delante.
En los últimos años se han desarrollado modelos que entienden la AT de esta forma global a la que nos referimos. Los Modelos Comprehensivos emplean una combinación de estrategias o técnicas para abordar la mayoría o todos los síntomas del TEA, promoviendo el desarrollo en su conjunto de forma intensiva. Frente al tradicional ABA (de orientación cognitivo-conductual), La Enseñanza Naturalista [Naturalista Teaching] surge en respuesta a las dificultades de los métodos tradicionales de intervenciones basadas en ensayos discretos para la generalización de aprendizajes, desarrollando e introduciendo aproximaciones naturalistas de enseñanza que persiguen efectos más duraderos en el tiempo y a largo plazo y que buscan la generalización de resultados. Es, sin embargo, importante destacar que aun no cuenta con evidencia empírica.
Por otra parte tenemos El Modelo DIR®/Floortime™ (Developmental, Individual Difference, Relationship-based Model), el cual sí presenta un estudio aleatorizado que apoya su eficacia, y que permite a padres, terapeutas y educadores realizar una evaluación completa, y un programa de intervención para ayudar a menores con TEA. Este modelo destaca el desarrollo emocional y los intereses emocionales del niño o niña, para buscar la atención compartida, el foco de atención conjunto. La intervención se llama Floortime (Tiempo de suelo) porque el padre o madre se sienta en el suelo con el niño/a para interactuar con él/ella a su nivel, en las actividades que al menor le gustan. A partir de esta interacción inicial, al progenitor se le instruye en la metodología de llevar al niño/a a interacciones progresivamente más complejas, un proceso conocido como “abrir y cerrar círculos de comunicación”.
En cualquier caso, una intervención en AT nunca debe olvidar que, tal como nos advierte Autismo Andalucía, un niño con autismo es, ante todo, un niño, que necesita una intervención centrada no solo en su diagnóstico, sino, probablemente con tanta o más intensidad, lo que forma parte de las áreas de desarrollo de cualquier menor.
Para saber más:
Sanchez-Raya y cols (2014). La atención temprana en los trastornos del espectro autista (TEA). Psicología Educativa 21 (2015) 55-63 – Vol. 21 Núm.1 DOI: 10.1016/j.pse.2014.04.001
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Milagrosa Carillo Fuertes