Todos sabemos que la interacción es el mecanismo básico del desarrollo humano. A su vez, la comunicación es la base de toda interacción social. Una secuencia de interacción social se caracteriza por una sucesión de acciones y reacciones de cada uno interlocutor, los cuales requieren una coordinación para adaptar su conducta a la respuesta del otro. Pero cuando la interacción tiene lugar con un niño pequeño, es el adulto el que inicialmente asume la mayor parte de responsabilidad en el mantenimiento de dicha coordinación (Sun y Rao, 2012).
El niño, desde que nace, dispone de un bagaje de capacidades perceptivo-motoras y afectivo-emocionales que le permitirán establecer y mantener esos intercambios sociales. Se trata de lo que Trevarthen (1990) denominó intersubjetividad primaria, que tiene lugar entre los dos y los cuatro meses.
Clark (2009) ha señalado que los participantes en una conversación necesitan observar cierto número de condiciones para que la comunicación sea eficaz, lo que implica que deben:
• compartir un centro de atención
• tener en cuenta el conocimiento de su interlocutor y adaptar su lenguaje a ese conocimiento
• elegir actos de habla apropiados para los significados que intentan transmitir
• escuchar lo que dicen los otros para poder hacer contribuciones apropiadas cuando les llegue el turno.
Así pues, la atención conjunta constituye la primera condición sobre la que se construye la comunicación. Pero, ¿qué es o cómo se define la atención conjunta? Utterworth (1991) la define como la capacidad de seguir la dirección de la mirada del otro, o «mirar donde alguien más está mirando». Sin embargo, Tomasello, (1995) nos advierte:
“La atención conjunta no es simplemente que dos personas estén mirando el mismo objeto a la vez. Tampoco es que una persona esté observando a otra mientras ésta explora un objeto, ni tampoco es cuando el niño alterna su atención entre dos fenómenos (una persona y un objeto) con igual interés”.
¿Por qué es tan importante esta habilidad para el desarrollo de la comunicación? M. Amparo Parreño, logopeda en Red Cenit en Valencia nos lo explica así: “La ATENCIÓN conduce a la ESCUCHA… la ESCUCHA frecuente conduce a la COMPRENSIÓN del LENGUAJE… y comprendiendo el LENGUAJE nos lleva a la COMUNICACIÓN… de manera que tras la COMUNICACIÓN (mirada, gestos, expresiones faciales) viene el HABLA”.
En los niños con TEA la atención conjunta y la imitación, se han evidenciado como habilidades esenciales para empezar a establecer intercambios sociales y comunicativos en los que el lenguaje pueda desarrollarse (Carpenter, Nagell yTomasello, 1998).
Los niños con TEA manifiestan alteraciones en el desarrollo de esta capacidad, especialmente la de carácter declarativo. De hecho, estos déficits constituyen uno de sus indicadores precoces más potentes.
Desde estas consideraciones, es evidente la necesidad de intervención temprana en habilidades de esta naturaleza. Aunque todavía escasos, existen ya distintos trabajos que demuestran la eficacia del abordaje precoz de esta capacidad. La atención conjunta puede constituirse así en una habilidad pivotal, que implica cambios positivos en otras áreas no afrontadas directamente.
Entonces, ¿cómo podemos trabajar esta habilidad? A través de actividades dirigidas a incitar situaciones de atención compartida:
1. Señalar:
– toca el objeto que estés señalando en lugar de señalarlo desde lejos.
– crea situaciones en las cuales sea probable que ésta ocurra. Por ejemplo, ver libros de dibujos: a la vez que veis el libro, señala la imagen y nómbrala. Esto demostrará al niño una forma de atención conjunta que puede copiar.
2. El cesto de los tesoros: pon distintos juguetes u objetos de interés para el niño en una bolsa y por turnos id sacándolos.
3. Esconder juguetes. Cuando lo encuentre exagera tu reacción, señalando el objeto y diciendo su nombre.
4. Crear situaciones en las que suceda algo inesperado. Por ejemplo, antes de comenzar una nueva unidad didáctica, o trabajar un aspecto concreto parte de un elemento sorpresivo para generar interés.
Desde el blog El Sonido de la Hierba al Crecer nos describen esta forma de trabajo de excelente manera a través de un ejemplo:
“Después de haber realizado una actividad en mesa con el niño, te levantas sin decir nada, sacas un cordel de uno de tus bolsillos, lo examinas con gran interés, tomas una hoja de papel, un lapicero, algo que te sirva de apoyo (una carpeta, por ejemplo) y te sientas en el suelo. Durante este proceso, harás cada paso muy despacio, observando si el niño mira qué estás haciendo. En el caso de que el niño no mire, dices verbalmente lo que estás haciendo: “Oh, me caso un cordel del bolsillo del pantalón”, etc.
Una vez sentada en el suelo, miras el cordel, lo tocas, haces un lazo, sueltas el lazo… y otras figuras. Al final, dibujas una de las formas del cordel en la hoja de papel.
El objetivo es que el niño muestre interés por lo que estás haciendo y manifieste también sus ganas por hacer lo mismo:
– el niño pide un cordel para él (tendrás otro preparado en el bolsillo)
– el niño te pide tu cordel
– el niño pregunta ¿qué haces?
– el niño te pide que hagas otras figuras con el cordel
Para saber mas:
Connie Kasari, Stephanny Freeman, and Tanya Paparella (2006). Joint attention and symbolic play in youngchildren with autism: a randomized controlledintervention study
https://elsonidodelahierbaelcrecer.blogspot.com/2010/05/la-atencion-compartida-paso-paso.html#ixzz5niar2Zg4